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[OPINIÓN] Un reto más: Lima ciudad legible

*Por Lucía Mantilla Vera

En los últimos años, Lima ha visto cambios importantes en lo que concierne a transporte y movilidad: la reducción y reordenamiento de rutas y paraderos, la aprobación de la ordenanza del bus patrón, los esfuerzos para la formalización de taxis, la promoción del uso de la bicicleta, y por supuesto, la puesta en funcionamiento del Metropolitano y la Línea 1 del Metro de Lima. Es evidente, entonces, que nuestra forma de movernos por la ciudad está cambiando. Pero debemos saber que un nuevo sistema implica nueva información y nuevas reglas: que deben ser comunicadas a los usuarios. Es por eso que ahora Lima tiene un nuevo reto: convertirse en una ciudad legible.

¿A qué nos referimos con ciudad legible? Una ciudad legible es una ciudad que nos habla: que le brinda a quién la recorre la información necesaria para interactuar con ella. En términos prácticos, esto se traduce en las señales, mapas y todo tipo de información oficial disponible. Pero también la infraestructura de la ciudad (las calles, pistas y el equipamiento que estas tengan) puede contribuir o no a que los ciudadanos comprendan mejor cómo moverse por la ciudad y así evitar cometer errores.

En Lima, donde estamos acostumbrados a obtener información de modo informal puede que no nos demos cuenta del impacto que esto tiene sobre nuestras decisiones. Úrsula Velarde, especialista de Steer Davies Gleave, nos comenta:

“[En Lima] los paraderos no son más que una señal que dice parada y, por tanto, la información se recibe de manera informal, a través del cobrador del bus que va diciendo por donde va a pasar, o preguntándole a la persona a mi lado. Esto hace que esa información y decisiones, no sean las más adecuadas o eficientes. Además, estas personas pueden no darme la información completa”. 

Cuando nos desplazamos por la ciudad, vamos tomando decisiones que se basan en criterios como el medio, el recorrido, el tiempo y el costo. Pero en la mayoría de casos esta información se obtiene de la experiencia propia -y de los errores cometidos- o de conversaciones informales. De este modo, si bien una persona puede decirnos que la línea A nos llevará al punto X; tal vez si contáramos con la información de todas las líneas disponibles podríamos encontrar una línea C que llegue al punto X de forma más rápida.

Estos problemas también se observan en el Metropolitano. Pongamos un ejemplo, si te encuentras en la estación Quilca (Lima) y deseas ir hacia la estación Bulevar (Barranco) lo más conveniente sería que tomes el Servicio Expreso, que tiene menos paradas y por tanto llega a su destino más rápido Pero ¿cómo obtienes está información? En el caso de la Estación Quilca, sólo existe un plano del Servicio Regular correspondiente a la Ruta B, por lo que probablemente tomes este bus y demores más en llegar a tu destino. Sin embargo, previamente habías escuchado del Servicio Expreso y ante la falta de información oficial decides preguntar  a la persona de seguridad, quien te indica tomar el Expreso N°1 en el Embarque N°3. Una vez dentro del bus, recibes una llamada y te comunican que la reunión se ha movido de Barranco a Miraflores, muy cerca de la Estación Angamos. Pero, ¿el Expreso N°3 tiene parada en dicha estación? Buscas información dentro del bus pero al no encontrarla tienes dos opciones: (a) esperar que el bus se detenga en la Estación Angamos o (b) preguntar a los demás usuarios que parecen conocer mejor la ruta.

Además de la ausencia o presencia de información, un segundo problema está en la forma en cómo se presenta dicha información: ¿es realmente legible para el usuario promedio?, ¿está en los lugares donde el usuario la necesita? Úrsula Velarde nos comenta:

“Escuchar a la gente y entender cuáles son sus patrones actuales de información y comunicación, sobre esa base uno puede plantear una alternativa que realmente sea viable. Nosotros trabajamos mucho haciendo seguimiento a personas para saber cómo se informan. O en qué punto necesitaban información y no la pudieron conseguir. Sobre todo dónde hace falta una pieza o algún sistema. Trabajamos con especialistas en ciencias sociales; luego diseñadores, y por último se testea con usuarios”.

Precisamente a fines del 2010,  El Comercio elaboró un reportaje donde los usuarios del Metropolitano declaraban no entender la señalización, por lo que preferían consultar a los orientadores sobre qué línea debían tomar y a qué embarque dirigirse. Ante estos inconvenientes, con el apoyo del Institut pour la Ville en Mouvement (París, Francia), se elaboró una nueva propuesta de señalización y en agosto del 2011 se inició su implementación en la Estación Canaval y Moreyra. Actualmente, se continúa con la implementación de la nueva señalización.

Estos primeros pasos –y sus aprendizajes– deben ser el punto de partida para diseñar un sistema integrado de información que incluya todos los modos de transporte: bicicleta, buses, Metro y Metropolitano. En esta lógica, los paraderos de buses podrían contar con mapas que indiquen las líneas que circulan y sus rutas, así como, las estaciones cercanas del Metropolitano y el Metro de Lima. Del mismo modo, un ciclista podría encontrar mapas de ciclovias y los puntos en que se conectan con estaciones del Metropolitano que cuentan con estacionamiento para bicicletas.

Lima sigue creciendo y es fundamental que logremos convertirla en una ciudad legible para el ciudadano y el visitante. Esto implica volvernos hacia ese usuario, él es el principal insumo, en él están los problemas y las soluciones. Es él quien necesita la información y si la tiene podrá interactuar con su ciudad de forma más placentera. Está en manos de las autoridades hacerlo y en la de los ciudadanos exigirlo.

Aquí puedes ver la entrevista completa a Ursula Velarde:

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2 Comments

  • Manuel Vásquez dice:

    Felicitaciones por la nota , es importante recalcar que no serviría de nada tener una ciudad perfectamente señalizada si al primer descuido las personas cruzan sin respetar semáforos, zebras, ingresos y salidas, espacios para discapacitados, etc etc. Que es primero,tener libros o gente que sepa leer?

  • […] Tuve dos puntos de partida, que no quedaron explícitos. En primer lugar, la idea de Ciudad Legible que viene desarrollando Mariana Alegre y su equipo de Lima Como Vamos. Ellos plantean que la ciudad debe dejarse leer por sus ciudadanos, una ciudad que sea también pedagógica, “un nuevo sistema implica nueva información y nuevas reglas” (ver Un reto más: una ciudad legible). […]

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