“La forma de ‘ganarle’ al sistema informal no es con una prohibición, sino a través de la construcción de una oferta sólida”.
Hasta la fecha son 20 las personas que han muerto en las carreteras en siniestros que involucraban a los antes informales, hoy legales, autos colectivos. Ellos son víctimas del sistema y sus familias no reciben un nuevo año con esperanza y deseos de prosperidad y salud. Estas familias empiezan un año terrorífico, sin sus parientes, sin sus padres, sin sus hijos y sin sus nietos. Dos niños perdieron la vida en el siniestro de La Oroya. Vamos perdiendo 20 personas y seguiremos contando.
Como bien dijo el periodista Juan Pablo León, desde que el Congreso de la República aprobó por insistencia la ley que legaliza los colectivos informales, más de un ciudadano muere cada día por culpa de este sistema dañino. Pero, ojo, la necesidad de trasladarnos y la ausencia de un buen sistema de transporte colectivo que permita que los ciudadanos viajemos con seguridad y comodidad es lo que genera la proliferación de estos vehículos.
Obviamente, una norma que prohíba los taxis colectivos no va a acabar con ellos pues la realidad excede a la ley. Por ello es que resulta importante ofrecer sistemas integrados de transporte que satisfagan la necesidad de trasladarnos tanto dentro de las ciudades como entre ellas. En muchas zonas del país no hay siquiera servicio y la oferta informal encuentra su agosto: buses camión y autos colectivos, por ejemplo.
La forma de “ganarle” al sistema informal no es con una prohibición, pues anulamos la forma de moverse de los ciudadanos, sino a través de la construcción de una oferta sólida con atributos positivos como predictibilidad para la frecuencia, cobertura suficiente, pasajes justos y accesibles y, sobre todo, la promesa de que el viaje no cueste nuestras vidas. Y esto se logra no solo con un sistema de transporte, sino con pistas seguras y bien diseñadas.
Vaya regalo de Navidad que los congresistas les regalaron a estas familias. Seguro duermen con la conciencia tranquila pero que sepan que son responsables, responsables de cada una de estas muertes, del inmenso dolor que han causado y que seguirán causando.
De la columna dominical “Ciudad de M” por Mariana Alegre, vía Perú21.