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Antología de una ciudad

By 17 de diciembre de 2020 No Comments

Por Antonio Olivares Cuchupoma

 

La “polis”, como dirían los griegos, o las ciudades como las llamamos ahora, son un cúmulo de escenarios en los que las personas participan constante y continuamente, voluntaria o involuntariamente, a favor o en contra. No importa la manera o el medio, el hecho es que las ciudades tienen vida porque las personas habitan ahí, una ciudad es el reflejo de la sociedad que habita en ella. ¿Eso qué diría de nosotros? sabemos que existen infinidad de ciudades, con infinidad de problemas, en distintos grados y tonos, y cada una de ellas responde de maneras distintas a sus dificultades. Ese es el caso de esta ciudad en cuestión, una ciudad de carácter metropolitano, sin una gobernanza metropolitana, una ciudad cálida del Perú, la ciudad que dejó de ser el “piloto del norte” que antes era, Chiclayo la heroica ciudad. 

LA GESTIÓN URBANA de la ciudad por medio de la gobernanza de la retahíla de alcaldes, los últimos ahora en prisión por corrupción, no han avanzado lo que se esperaba, por el contrario, ha mostrado la palpable corrupción que existe en los cargos de poder, las desavenencias políticas y sus consecuencias en la ciudad.

La gestión de las acequias en la urbe: hacia una nueva infraestructura de espacio público: En la ciudad de Chiclayo, Cercado o distrito, confluyen tres acequias, es más, dos de ellas son los límites “naturales” con los distritos colindantes por el norte y por el sur. Lo curioso por decirlo menos, es la gestión que se ha tenido con cada una de las acequias a nivel urbano, su cohesión con el contexto y su ámbito como espacio público, pues ha devenido en marcadas diferencias en sus respectivas inserciones urbanas.

En las tres se plantearon paseos en un tramo determinado de cada una de ellas. En la acequia Yortuque se planteó el paseo Yortuque al sur de la ciudad siendo esta acequia la frontera entre Chiclayo (distrito) y La Victoria. En la acequia Cois se planteó el paseo Augusto Leguía al norte de la ciudad además siendo la acequia frontera entre Chiclayo (distrito) y José Leonardo Ortiz. 

En la acequia Pulén se planteó el paseo Las musas en el interior de la ciudad de Chiclayo. Las acequias siempre han sido un dolor de cabeza en la gestión urbana de los gobernantes, son difícilmente alterables (su curso), son interrumpibles por su necesidad de llevar agua a algún determinado lugar, dividen geográficamente y llegan a ser focos de contagio por la incalculable cantidad de basura que tiran a su caudal, aunque esto último es responsabilidad compartida con los ciudadanos. Alterar positivamente la cultura de los chiclayanos es toda una historia aparte. El hecho es que las acequias están descuidadas, desprovistas de cualquier interés urbano (en su mayoría de casos) por los gobernantes, sin embargo, si estas atraviesan suburbios de la periferia no hay caso de interés, pero si estas pasan por el centro de tu ciudad el asunto es distinto, al menos ese tramo que pasa por una zona de interés selectivo, con el fin de argumentar que se está trabajando en ello. Por otro lado, es de conocimiento que las fronteras distritales suelen ser vacíos administrativos si los municipios no están en sintonía o buscan un bien común, de ser así se vuelven espacios de tierra de nadie, donde el abandono de sus alcaldes transforma a los límites en decadentes lugares. 

Ahora, en Chiclayo se conjugan estas dos situaciones, y haciendo hincapié en la zona de supuesto “interés selectivo” observamos que las gestiones de los paseos son distintas y más aún las que son fronteras distritales, diametralmente opuestas. El paseo Augusto Leguía que al inaugurarse tenía un carácter de paseo ecológico, hoy no es ni la sombra de lo que supuestamente debió haber sido, ya que desde su planteamiento funcional fallaba en la lógica de ser un paseo, hoy esa avenida, tramo de la acequia y por consiguiente el paseo está abandonado. Nadie pasa por ese lugar, es un muladar, lleno de basura que constantemente tiran a la acequia, sin decir nada de la infraestructura arruinada ni de los pavimentos deteriorados incluidos los de la calzada de la avenida. Se puede teorizar porque sucedió esto, algunos argumentos dirían que estaba destinado a fallar desde su concepción, plantear una paseo en una avenida de alto tránsito, donde la mitad del transporte público de Chiclayo transcurre por esa avenida, llena de comercio de autopartes y ambulantes, siendo la guinda del pastel que es una zona sin control local. La basura existe, no es recogida porque ningún municipio se hace cargo, no es mantenida porque los municipios transfieren su responsabilidad al otro, y así en un ciclo en el que el paseo queda en deterioro en su perpetua desaparición, mientras los vecinos, no logran atraer el interés de su municipio en el asunto. 

En marzo del 2015 se inaugura el paseo Yortuque en la avenida Chinchaysuyo, concebido como un paseo cultural. Al ser un museo al aire libre, una temática nueva en la ciudad, tomó años en ser concluido. Sin embargo, el paseo es un punto turístico de la ciudad, las personas transitan por él, hacen deporte, contemplan la gran cantidad de esculturas que existen, y está integrado con la acequia, siendo esta eje central de su recorrido. La pregunta cae por peso propio, ¿Por qué acá no sucedió lo mismo que en el paseo Augusto Leguía, si ambos son límites distritales? Las posibles razones varían: la zona donde se encuentra el paseo es donde se encuentran las casas más lujosas, es por así llamarle la zona más “ficha” de la ciudad, además que frente al paseo se encuentra el mayor complejo residencial de la ciudad,  Residencial Jockey Club, un enclave urbano que diariamente provee de sus habitantes al paseo y su uso por distintas razones, y quizá la razón más importante es que existía una relación adecuada entre los municipios de Chiclayo y La Victoria, una afinidad política que logra estos avances urbanos en la ciudad. Claro, vale mencionar que fuera de ese tramo, donde la acequia ya no acompaña a las residencias más pudientes sigue estando abandonado y a merced de la desventura. 

El paseo las musas, construido en 1994 – 1995, con la finalidad de mejorar el paisaje de la ciudad, está inspirado en las nueve musas de la mitología griega. El paseo tiene un carácter solemne, con un portal que rememora el título de “heroica” a la ciudad por su defensa en la guerra del pacifico. Es conocido ampliamente, uno de los tres parques más visitados de la ciudad. A pesar de ser un paseo en la ciudad, este se muestra como un parque aledaño a una acequia, la misma que no se encuentra en un abandono pues tiene el privilegio de estar al lado de un espacio importante de la ciudad, pero tampoco se pretende incluir en el diseño del paseo este afluente natural, a diferencia del paseo Yortuque en la que era el eje central de su recorrido, aquí solo la encontramos al costado del paseo, donde casi nadie pasa por ese lado, es una zona oscura dentro del parque, la zona que no debes mirar ni estar, es por esto que el paseo las musas es un punto intermedio entre los casos anteriormente mencionados, la acequia y el paseo coexisten pero no cohabitan, y el municipio no ha mostrado interés en que esto cambie, por supuesto “si esto funciona” para que alterarlo se presupone desde la alcaldía, y mientras esto no cambie la situación de pseudo paseo, seguirá presente.

Estos casos de gestión urbana, en un aspecto en específico hacen ver lo conflictivo que es lograr grandes cambios en la ciudad, ya que intervienen distintos factores externos, y la voluntad ciudadana mientras no se haga escuchar no se cambiará nada en la ciudad. 

LA MOVILIDAD URBANA ha sido un problema difícil de lidiar hasta el momento tanto desde el municipio como desde la ciudadanía, un problema que se incrementa más con el devenir de los tiempos y que si no se halla una solución, llegará a su punto de ebullición.

La ciudad donde la movilidad se entiende al revés: hacia la nueva Infraestructura ciclovial

La jerarquía piramidal de la importancia de los medios de transporte urbano es ampliamente estudiada y comprendida en la academia, sin embargo, en la planificación y gestión gubernamental parecen pasarse por alto estos niveles de prioridad, que van desde el peatón como ser más importante hasta el transporte privado. En la actualidad, la ciudad de Chiclayo, a diferencia de Lima, no tiene un sistema integrado del transporte público, es decir, no cuenta con un “metropolitano”, un “metro” o siquiera una línea “buses corredores”. Por el contrario, más del 90% de dicho transporte se realiza en las aún imperecederas combis, más de una docena de líneas alimentan a las ciudades centrales de Chiclayo metropolitano, y cerca de un par de docenas a todo Chiclayo metrópoli. Estas combis que están en el ojo de la mira de la actual ATU en Lima y Callao, aquí campan  a sus anchas pues siguen siendo el medio predominante para desplazarse por la ciudad, en conjunto con las mototaxis que hasta hace un par de años atrás tenían libre acceso a transitar por el interior de la ciudad y que después de una ordenanza que emitiera el municipio, limitó su área de desplazamiento, aunque como mucho en nuestro país, esa normativa entró como letra muerta.

Las calles de esta “ciudad de la amistad” que no reivindican al transeúnte por el espacio perdido por años son tomadas por la apabullante cantidad de autos privados y taxis, además de un maremágnum del ineficiente “transporte público” que existe por necesidad en Chiclayo. En este contexto han surgido distintos colectivos urbanos tales como “Masa Crítica” o “Peatón CIX” entre otros que intentan plantearnos nuevas formas de transportarnos y haciendo campañas de concientización en los ciudadanos sobre la movilidad urbana y otros aspectos, es así que se forma una mesa de trabajo con participación del municipio para impulsar el uso de la bicicleta en el contexto de la ley que en aquel entonces estaba por salir y que promovía su uso. Se realizó el primer foro de la bicicleta, se invitó a distintos alcaldes a firmar un pacto por la misma y su mayor uso en sus municipios, sin embargo la mayoría de estos no participaron ni enviaron a un representante. Después de muchos idas y vueltas, la mesa de trabajo no logró que el municipio se interesara por la ciclovías y ante el rechazo de la ciudadanía por tales actos, el municipio cambió de discurso, prometiendo para este año 2020, once kilómetros de ciclovías respectivamente señalizadas y protegidas.

Este año, no ha sido un año cualquiera. Bajo las circunstancias de la pandemia y su respectivo estado de emergencia, el transporte urbano se paralizó por varios meses De esta situación se incrementó el uso de la bicicleta en la ciudad, donde los ciclistas urbanos aumentaban día a día. Era necesario que la ciudad contara con los carriles prometidos. Sin embargo, estas mismas circunstancias que lograron el advenimiento de la masa ciclista, también impedían el trabajo en obras para hacer las ciclovías, o eso argumentaban desde el municipio. Se prometió con ahínco que para el 28 de julio de este año y en conmemoración por fiestas patrias se tendría un kilómetro de carril bici en una sola calle, a la fecha de mediados de octubre solo se han realizado 750 metros de carril señalizado, incumpliendo nuevamente las promesas hechas a la ciudadanía.  

 

Los bicicarriles no son un capricho de pocos, es una necesidad de los pobladores que por mucho tiempo solo se les ha permitido transportarse por medio motorizados. Los ciclistas urbanos existen, siempre han existido, y muchos han muerto en estas calles de la ciudad sin asfaltar, y desprovistas de mantenimiento y control vehicular. Hoy en día desplazarse en bicicleta es un deporte extremo, los automovilistas no suelen respetar, y la falta de cultura en la sociedad es marcada, se necesita infraestructura y que esos once kilómetros prometidos logren acercarnos cada vez más a los ciudadanos que habitamos Chiclayo.

La problemática existe, es palpable y descaradamente visible, y aunque la academia haya planteado una serie de propuestas, estas quedan a merced del limbo meramente académico y no trascienden a la acción política, a la gestión urbana ¿qué solución se puede plasmar ante esta situación?, hoy más que nunca que las combis son un medio de contagio masivo, estamos al alcance del coronavirus si se sigue de esta manera. Y es ahora que el transporte vuelve más a su “normalidad” es urgente plantear a la sociedad nuevas formas de desplazamiento urbano, nuevas formas que nos protejan y que no exponga al agente infeccioso que circula por la ciudad, las ciclovías son un alivio a este caótico sistema de transporte urbano que tiene esta ciudad, y es imperativo que los gobernantes cumplan con lo propuesto y de no ser así es menester de la ciudadanía hacer valer su voz ante tales incumplimientos, todo sea por desplazarse mejor en la ciudad. 

LOS ESPACIOS PÚBLICOS en la ciudad de Chiclayo existen diversos espacios públicos, pero estos están dispersos, sin un sentido de planificación holística, están en su mayoría por remanentes de espacios no usados y que han sido destinados a usos sin intercambio social con el entorno, y es por la inexistencia de una red de espacios públicos que conecte la ciudad.

La nueva normalidad: la mutación de la convivencia en los espacios urbanos de la ciudad

Los espacios públicos son los lugares de sosiego de las ciudades, espacios de la convivencia, de la comunidad. Estos espacios urbanos, espacios públicos en todo el sentido de la palabra, como mercados, y locales gubernamentales de atención a la ciudadanía, por ahora se están viendo afectados, pues su propósito -cohabitación urbana- se contraponen en gran medida con los lineamientos del estado para impedir el aumento de contagiados en la ciudadanía, el hecho está en que a pesar que somos seres racionales, que entendemos del peligro del contagio, también somos eminentemente seres sociales, que necesitamos mantener activas las relaciones con otros seres humanos, más aún los niños que hasta hace un mes no podían salir de sus casas. Las viviendas proporcionan un estado mínimo de seguridad, no obstante, en su totalidad no están diseñadas para permanecer encerrados satisfaciendo de todas la necesidades sociales a sus habitantes, en ese sentido las cuatro paredes de la casa se convierten en un muro, un gueto, en el que uno debe permanecer encerrado, por un bien mayor, pero el sosiego que buscan los residentes no siempre se puede encontrar en sus residencias, es por eso de la importancia de los espacios públicos, los que en algunos de ellos como, los centros de abastos tenemos que asistir prácticamente por obligación propia para no morir por inanición, ahora el estado ha entrado en una cuarta fase a apertura de la economía, esto significa que las personas podrán transitar con mayor facilidad, y que los espacios públicos que hasta hace unos veces estaban vacíos ahora están con más gente en ellos, claro que no como sucedía antes de la “era covid” pero si ira con aumento, de ser este el caso, ¿cómo es la convivencia en estos espacios?, hemos aprendido a convivir con las mascarillas, es inusual ver a alguien sin ella y nos alejamos de esa persona, la mascarilla se ha convertido en un prenda más para poder acceder a los espacios públicos, los mismos que según el gobierno no se deben producir contacto físico entre las personas que lo visitan, pero esa ley y reglamento no se cumplen pues las personas socializamos constantemente solo que ahora se deben tomar precauciones ante toda esta situación, el distanciamiento físico aumentó a lo que era antes, las bancas cumplen un menor aforo, las reuniones están vetadas, los ciudadanos se adaptan al cambio, la resiliencia es parte del proceso de aceptación que ya nada es como antes, no obstante, los espacios urbanos también deben evolucionar para poder brindar la seguridad antes esta crisis sanitaria, más aún en esta ciudad donde según el último reporte de prevalencia de la enfermedad, uno de cada tres ciudadanos ha tenido o tiene Covid-19.

La ciudad de la amistad, un eslogan de una ciudad que ha visto su nacimiento recién en eras republicanas, Chiclayo es sino un ejemplo de ciudad con una grave metástasis urbana, social y política. Es esta la ciudad con antepasado de villa, la que ahora necesita una extirpación de sus patologías urbanas, y un trasplante de las políticas de gestión de Lima para que así pueda entrar en una etapa de remisión, a partir de la cual se puedan plantear reformas tácticas para mejorar la calidad del hábitat chiclayano. En esta heroica ciudad, las patologías van desde la carencia de espacios públicos que satisfagan a todos los ciudadanos que la habitan, que no es siquiera una ciudad mínimamente inclusiva para todo tipo de maneras de movilizarse, está llena de contaminación acústica con un tráfico alarmante sin brindarle oportunidad al transporte intermodal, causado por la inversión de la pirámide jerárquica de movilidad urbana. Contaminación visual por un inadecuado cumplimiento de las ordenanzas municipales con respecto a parámetros urbanos, la extensa redes de cableado que rebajan en conjunto con la ausencia de vegetación arbórea la poca belleza que aún conserva la ciudad, contaminación atmosférica en puntos donde la ciudad no satisface la oferta diaria de basura que el chiclayano da y otorga a la ciudad, inseguridad social, al caminar por las calles por delincuentes que merodean la ciudad con el fin de encontrar a una nueva víctima, un abandono fáctico de los patrimonios históricos monumentales los cuales han caído en manos negligentes que no valoran el legado histórico que hay en ellos, y las personas sin techo ni hogar y que ven los espacios públicos, parques, plazas y aceras, como el único lugar que lo acoge, esta situación reafirma y muestra más la falta de gobernanza que existe en esta ciudad, que por cierto tiene a sus dos últimos alcaldes, sin contar el que ejerce actualmente, en pena privativa de la libertad por actos de corrupción, esta sociedad la cual de muestra señales de falta de ánimos para cambiar la ciudad porque para eso primero tendrían que cambiar ellos, y es por la cultura férrea de los chiclayanos, hemos aprendido a vivir en esta ciudad mas no a habitar en ella.

Antonio Olivares

Hola, me llamo Antonio Olivares tengo, 22 años, soy estudiante de último ciclo de arquitectura en la universidad nacional Pedro Ruiz Gallo, vivo en Chiclayo – Lambayeque, participo como miembro activo del colectivo ciudadano Peatón CIX donde en colaboración con mis colegas promovemos diversas políticas públicas en pro de la ciudad.

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