“Como siempre, cada vez que hay un sismo, suelen darse las recomendaciones de mantener la calma y de tener preparada la mochila de emergencia pero poco se habla de prevención”.
Esta semana, luego del incendio de Mesa Redonda, Lima vivió otras dos situaciones que demostraron la enorme vulnerabilidad en la que vivimos. Primero, fuimos despertados por un gran temblor el viernes antes de las 5:30 de la mañana. Aunque este no tuvo una intensidad tan alta (5.6 grados en la escala de Richter), el remezón se sintió muchísimo puesto que el epicentro no solo fue en Lima y en la tierra, sino que no fue tan profundo. Esto, por supuesto, puso en alerta a todas las personas, pero especialmente a quienes viven en zonas más susceptibles de sufrir deslizamientos o quienes habitan viviendas precarias.
Como siempre, cada vez que hay un sismo, suelen darse las recomendaciones de mantener la calma y de tener preparada la mochila de emergencia pero poco se habla de prevención. Y no me refiero solo a tener simulacros más y más seguidos, sino a atender a la población que se encuentra habitando zonas extremamente vulnerables, cuyos suelos no son seguros y sus viviendas tampoco. Son 250 mil las familias que habitan zonas calificadas como de alto riesgo de desastre. Desde el Estado deben promoverse soluciones para salvar la vida a estas personas reubicando y ofreciendo vivienda social real. Así, también se evitará que ocurra más ocupación informal en zonas de altísimo riesgo.
La exministra Solangel Fernández indicó en su Twitter personal, con motivo del sismo, que la Política Nacional de Vivienda y Urbanismo, aprobada el año pasado, cuenta con 30 servicios para procurar viviendas más dignas para los peruanos y peruanas. De estos, cinco están relacionados con la gestión de riesgos de desastres: planificación para construir en zonas seguras, acceso universal a vivienda digna, asistencia técnica para la autoconstrucción, reforzamiento de viviendas deficientes y reasentamiento poblacional en zonas de riesgo no mitigable. En suma, el marco normativo para atender estos riesgos ya está dado, corresponde actuar de inmediato.
Por otro lado, el día viernes un incendio importante tuvo lugar en la zona sur de Lima, en un predio cercano a los Pantanos de Villa. El hecho causó preocupación ante la posibilidad de que este refugio de vida silvestre pueda verse afectado, pero felizmente esto no ocurrió. Sin embargo, el incendio se inició producto de una quema de basura que se escapó de control y esto debería cuestionarnos por qué en la capital aún hay un porcentaje importante de basura que no alcanza a llegar a pasar por un proceso de gestión de residuos sólidos formal. Esta es otra vulnerabilidad a la que nos enfrentamos: basura que nos enferma y que nos pone en riesgo.
¿Estarán los candidatos a la Alcaldía Metropolitana preparados para enfrentar estos retos? Por el momento no lo parece, pues no han dicho ni pío.
Columna de opinión por Mariana Alegre, publicada en Perú21.