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¿Un castillo de naipes?

El nuevo gobierno empieza su gestión con tanta estabilidad como un castillo de naipes. ¿Será que la condicionada juramentación del economista Pedro Francke y el constitucionalista Aníbal Torres podrá sostener el peso y la presión no solo de dirigir el país, sino de las zancadillas que les meten desde su mismo equipo? Por el bien de la patria y de millones de personas que se han sentido por primera vez representadas, deseamos que el gobierno del presidente encuentre el equilibrio que necesita para construir capital político y confianza ciudadana.

Pero, ¿es eso posible cuando algunos de sus cuadros no presentan experiencia en los sectores que ahora lideran o, peor aún, cuando habrían ido en contra justamente de las regulaciones estatales que ahora deben implementar? No, no me estoy refiriendo aquí ni a tendencias políticas ni a estrategias partidistas, sino a la capacidad de gestión y a la necesidad de conocimiento especializado.

Así pues, mientras hoy nuestro sistema de lomas costeras cubre de verde brillante y llena de vida su fragilidad, nos preocupa que el gobierno busque optar por políticas urbanas que incentiven las invasiones y no atiendan el real problema de los peruanos y peruanas: el acceso a vivienda digna. Así también, ¿las credenciales de ostentar papeletas a bordo de una minivan (vehículo utilizado para hacer colectivo informal) significarán acaso el fin de las políticas de fiscalización y control de rutas?

Si el gobierno de Castillo quiere mejorar las condiciones de vida para las personas más olvidadas, necesita ofrecer servicios públicos e implementar políticas urbanas que atiendan sus necesidades. ¿No es acaso revolucionario que disminuyan las víctimas de siniestros viales y que los más vulnerables puedan hacer sus trayectos seguros? ¿No sería digno de recordar el que en su gobierno se sienten las bases para que mejoren las condiciones de habitabilidad de las viviendas de millones de peruanos?

¿Podrá resistir el castillo? Yo espero que, por el bien de la gobernabilidad y de nuestro futuro, el presidente logre consolidar una estrategia que sea convocante y dialogante, pero también respetuosa de los derechos y del Estado de derecho. Recordemos que, para que una construcción no se desplome, es imprescindible que esta tenga buenos cimientos y cuente con estructuras sólidas y seguras, con vigas y columnas organizadas correctamente para distribuir el peso adecuadamente. No se puede gobernar apoyados en una casona antigua y tugurizada que se sostiene solo con apuntalamientos y que se encuentra siempre al borde del colapso.

El castillo necesita refuerzos para así transformarse en la base sólida y estable que necesitamos todos para que, de verdad, el bienestar nos llegue a todos y no solo a los de siempre.

Columna de opinión por Mariana Alegre, publicada en Perú21.

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