Quizá uno de los puntos más complejos a atender es la política de vivienda social.
En cada cambio de gobierno los procesos suelen detenerse mientras los nuevos equipos van asentándose y conociendo los proyectos que sus respectivos sectores tienen en marcha. Por supuesto, no son pocos los temas que se quedan sin impulso o, simplemente, son descartados al no ser relevantes para el nuevo gobierno. Luego de las primeras semanas del gobierno del presidente Pedro Castillo, encontramos que los cuestionamientos iniciales sobre la idoneidad de los funcionarios que se iban nombrando en distintos puestos clave persisten en el tiempo.
Tras unos retrocesos en iniciales nombramientos sin sentido como el del jefe de Gabinete de Asesores (del Ministerio de Vivienda), parecía que el rumbo que tomaba el nuevo ministro era el de la razonable continuidad. La ratificación de los viceministros y los directores de línea resultó una buena noticia que hacía prever que varios de los procesos en marcha puedan seguir impulsándose. Lamentablemente, la prohibición de las contrataciones bajo el régimen CAS dejó sin personal a esta y otras dependencias públicas impidiendo un adecuado cumplimiento de funciones.
La salida de la ahora ex viceministra Elizabeth Añaños implicaría también el reemplazo de los directores y principales funcionarios. Esperamos que las personas que van a ingresar tengan las credenciales y la experiencia que sus puestos requieren y que se pueda continuar con los procesos que se están impulsando. Es particularmente importante que se continúen con los distintos espacios de diálogo y las plataformas creadas para permitir la participación de la comunidad, la academia y la sociedad civil. De esa manera, las políticas públicas que impulsen podrán atender, realmente, las necesidades de los ciudadanos.
Quizá uno de los puntos más complejos a atender es la política de vivienda social y la precariedad de miles de familias que se encuentran a merced del tráfico de tierras. Bien lo indica la carta de renuncia que presentó la Arq. Añaños cuando señala que “es más eficiente y más justo dar una vivienda en lugar de un lote”. Esto implica reflexionar y replantear las políticas actuales de titulación pero también de los bonos de vivienda. Y así, lograr que el resultado de los proyectos de vivienda no sean más parecidos a “establos para caballos” que a viviendas dignas. Además, no debemos olvidar que es imperativo que se mitigue y –ojalá elimine– la vulnerabilidad a la que está expuesto un enorme grupo de familias peruanas cuyas casas se encuentran ubicadas en zonas de alto riesgo.
El ministro de Vivienda, el señor Geiner Alvarado, tiene una enorme responsabilidad para lograr asegurar el futuro y la prosperidad de cientos de miles de peruanos. Para lograrlo, necesita rodearse de los mejores y no ceder a las presiones. Esperamos, de verdad, que esté a la altura.
Columna de opinión por Mariana Alegre, publicada en Perú21.