Es momento de que repensemos la capital y que los ciudadanos y ciudadanas que la habitamos construyamos colectivamente esa ciudad que compartimos.
La ausencia de un conocimiento real de la ciudad por parte de sus ciudadanos no es solo consecuencia de su inmensidad y la ausencia de un sistema de transporte que acerque y conecte, sino también del desinterés por parte de muchos de conocernos. Hay quienes solo aceptan vincularse con los del club y no están dispuestos a romper esas barreras, esa distancia que los separa.
Tanto la calificación hacia las personas como la identificación geográfica de los distritos expresan prejuicios y generalizaciones que perjudican la noción de una identidad colectiva. Divide una ciudad inmensa que, naturalmente, es diversa y heterogénea, pero que cada vez encuentra más difícil sentirse como parte de un todo. Esto es grave y puede agrandar brechas sociales y generar más conflictos. ¿De qué manera podemos hablar de una ciudad para todos si ni siquiera conocemos nuestro propio territorio? Es momento de que repensemos la capital y que los ciudadanos y ciudadanas que la habitamos construyamos colectivamente esa ciudad que compartimos para dejar atrás divisiones absurdas tanto físicas como mentales.
Columna por Mariana Alegre en Perú21.
Foto: ANDINA/Vidal Tarqui