Opinion

Polución visual (Columna en Perú 21)

By 10 de julio de 2015 No Comments

*Por Mariana Alegre.
Publicado en Perú21

La maraña de cables que inundan las calles de las ciudades genera daño a los paisajes y a nuestra calidad de vida. La ciudad se ve fea, desordenada y sucia por la gran cantidad de nudos de cables que cuelgan de los postes y sobre nuestras cabezas. Esta no es la única fuente de polución visual; también están los omnipresentes paneles publicitarios, que se multiplican indiscriminadamente ahí donde encuentran espacio, lo mismo que las pintas y grafitis de contenido negativo.

Antes restringidos a las vías principales, ahora los anuncios nos gritan qué comprar y por qué oferta debemos optar en cualquier lugar de la ciudad. Inmensas estructuras metálicas sobre techos de casas y edificios, cartelitos pequeños que cuelgan de postes y señales de tránsito. Los cercos de los terrenos desocupados son espacio fértil para las “vallas” que cubren las paredes vacías y –¿no se dan cuenta? – se roban un pedazo de la ya delgadísima vereda. Ni las plantas se libran –¡pobres!–, pues los jardineros se ven obligados a tallar los nombres de las marcas “adornando” el poco verde que la ciudad nos regala. El Centro Histórico a las justas se salva.

La contaminación también es producida por las luces de neón, que iluminan nuestro paisaje de rojo, verde, naranja, morado y amarillo. No olvidemos los paneles que se mueven, los que emiten ruidos, los que tratan de replicar la realidad y se ven en 3D y se mimetizan con el fondo urbano o del desierto –en especial en la vía hacia el sur por la carretera Panamericana–.

Ahora, cuando esté en la calle caminando o sentado en una banca en la plaza o parque de su distrito, mire a su alrededor. Identifique todos esos elementos que hacen fea su ciudad. ¿Qué quitaría? ¿Qué limpiaría? Luego traslade su sentir a su alcalde. Dígale que no le gusta que lo llenen de mensajes publicitarios y de estridentes colores, que prefiere mirar un cielo limpio y no cruzado de cables, que ya es hora de cortarle la luz al neón. Pero, sobre todo, cuénteles a su familia y a sus vecinos para que cada vez seamos más los que rompamos la costumbre de que nos llenen de ruido visual nuestras vidas. Y dígales a ellos que también busquen a su alcalde. Pidamos ciudades sin contaminación visual para poder vivir mejor. Y apurémonos, antes de que la ciudad se vuelva a llenar de la basura publicitaria de los anuncios de la campaña presidencial. Esa que está a la vuelta de la esquina y que pronto, muy pronto, empezará a gritarnos, por todos lados y por todos los medios posibles, por quién votar.

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