Opinion

Una ciudad que te agrede (Columna en Perú 21)

By 26 de junio de 2015 No Comments

*Por Mariana Alegre.
Publicado en Perú21

La violencia contra la mujer no solo se encuentra en las ofensivas palabras de un congresista. La violencia contra la mujer es cotidiana y se encuentra tanto dentro de casa como fuera de ella. Es así que las calles de nuestra ciudad están plagadas de espacios de agresión para con las mujeres. Esto ocurre porque al momento de que la ciudad se ha ido construyendo, se diseñó sin pensar en las necesidades específicas de las mujeres.

Necesidades específicas asociadas a su género y también a su comportamiento en la sociedad. Por ejemplo, el riesgo de sufrir violencia sexual y acoso callejero es mayor en nosotras y la forma de la ciudad puede aumentar dichos peligros. Por ejemplo, zonas poco iluminadas no ayudan con la sensación de seguridad. Los espacios desolados suelen ser evitados por las mujeres y, en muchos más casos de los que creemos existen, ellas salen a la calle acompañadas de familiares, caminan en grupo e incluso dejan de ir a lugares por temor.

Es decir, la ciudad misma recorta las libertades de las mujeres. Las obliga a pensar mejor sus recorridos que además suelen ser menos amplios que el de los hombres. En otras palabras, la ciudad de las mujeres es más pequeña y, por ende, les ofrece menos oportunidades.

En cuanto a sus distintos roles, las mujeres también se encuentran con una ciudad que no las ayuda. Las dificultades vinculadas a la crianza de hijos empiezan cuando se embarazan y nadie les cede el asiento en el micro. Continúan cuando el caminar por las veredas empujando el cochecito o de la mano de sus pequeños se siente aún más peligroso que antes.
Y, luego, cuando los horarios de los centros de cuidado no coinciden con su jornada laboral o, peor aún, cuando al llegar a casa encuentran dormidos a sus pequeños pues pasaron dos horas en un bus. Aunque estas situaciones no son exclusivas de mujeres, aún son ellas en su mayoría las que deben lidiar con estas.

La estructura de la ciudad resulta clave para ofrecer mejores condiciones a las mujeres. Un planeamiento y un diseño urbano enfocado en las necesidades de niñas y mujeres implica un ejercicio de empatía, de ponerse en el lugar del otro.

La ciudad es, definitivamente, mucho más difícil para una madre soltera con tres hijos que para un hombre. Debemos pensar en todos los usuarios de la ciudad y el de las mujeres es el grupo más grande al que se debe tener en cuenta.

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