”Si toda agrupación tiende al bien, la ciudad o sociedad política, que es la superior entre ellas y las comprende todas, tiende al bien en mayor grado que las demás, y al mejor bien.”
Aristóteles1
Por Aldo Facho Dede,
Arquitecto urbanista. Fundador de la Red Latinoamericana de Urbanistas.
Vivimos tiempos de despertar ciudadano, luego de más de veinte años de exacerbación del individualismo, desconexión con la política y abandono de lo “público”, vemos como de a poco recuperamos la calle como espacio primigenio del accionar cívico y construcción ciudadana [2]. Si algo debemos agradecer a las dos últimas gestiones ediles de Lima Metropolitana es justamente eso, habernos recordado que la ciudad es nuestra, y que nada más poderoso que un grupo de personas conscientes del poder de su voz y voto. El firme rechazo ciudadano de proyectos como los baipases de las Av. 28 de julio, Salaverry y Arequipa, ensanche de las Av. Aramburú y Benavides, entre otros, han demostrado a nuestros políticos que los tiempos del simplemente “construyendo” han terminado para un sector importante de la sociedad, y que el concreto armado y asfalto sin un marco de planificación mayor, generan más rechazo que votos.
La distancia a los años del terror y la paulatina pérdida del temor al otro nos ha permitido recuperar nuestros espacios públicos, y con ello el valor de la calle como plataforma principal de intercambio; y no sólo intercambio comercial, sino, y sobre todo, intercambio de memoria y deseos [3] como bien diría Ítalo Calvino en su libro “Las Ciudades Invisibles”.
Esa recuperación de lo “público” ha traído consigo un mayor uso de la calle, y con ello la aparición de instrumentos regulatorios que pretenden por un lado sobre regular su uso, y por otro devolverla a la ciudadanía en general. Me estoy refiriendo a la propuesta del Plan Maestro del Centro Histórico de Lima, que propone erradicar las marchas y mítines del Centro Histórico por su impacto en el patrimonio arquitectónico y urbanístico, a las ordenanzas de los distritos de Miraflores y San Isidro que pretenden regular la circulación peatonal y el uso de dispositivos personales de movilidad, y a la ordenanza del distrito de La Molina que ha ordenado el retiro de las rejas que imposibilitan el libre tránsito por las vías locales del distrito.
No dudo del sustento técnico de cada una de ellas, y no es el objetivo de este artículo reflexionar sobre su viabilidad, sino el de poner en evidencia cómo estos cambios en el uso de lo público están generando trastornos en la convivencia que exigen a las autoridades intentar regularlas. Las normas son necesarias, pero mucho más el sentido común, que nos orienta hacia la búsqueda de ciertos consensos en el libre uso del espacio público. De allí que pretender prohibir que alguien circule con audífonos, que las personas corran o salten en la calle, o que los niños caminen en más de dos filas, podría ser un exceso, y es muy probable que comprometa la autoridad de los efectivos de serenazgo.
Por otro lado, la decisión del Alcalde de La Molina de retirar las rejas de las vías locales, es un paso muy importante hacia la recuperación del espacio público para todas las personas. Con el tiempo, se ha tergiversado la búsqueda de seguridad con la apropiación de calles y parques para el uso de unos pocos vecinos, llegando algunos a cobrar por su uso. Pero no debemos olvidar el origen del enrejado, y demostrar a los vecinos que las condiciones de seguridad están dadas para su retiro.
Estas son sólo algunas muestras del intenso debate que se vive en torno al uso del espacio público, y que mejor que “Lima Como Vamos”, una organización reconocida por visibilizar la percepción de las personas sobre su ciudad y defender el libre uso de los espacios públicos, haya organizado un premio a las “Buenas Prácticas Urbanas”. En él se busca destacar acciones, ya sea desde organizaciones civiles, instituciones públicas o empresas, que hayan sido pensadas para mejorar la convivencia en la ciudad que compartimos, con el objetivo de visibilizarlas, para a partir de ello poder escalarlas y multiplicarlas.
En la diversidad de los premios y las menciones de esta primera edición está la gran riqueza y valor de nuestras acciones, que, sin importar la escala, se suman y multiplican en bienestar. Como jurado invitado, agradezco el esfuerzo al equipo de “Lima Cómo Vamos”, y la oportunidad de poder conocer los maravillosos proyectos que se vienen desarrollando en diferentes ciudades de nuestro país.
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[1] Aristóteles, “Política”. Libro Tercero, Capítulo Primero “Del Estado y del ciudadano”
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[2] Martín Tanaka se refiere al “agotamiento” del modelo neoliberal y al resurgimiento de movimientos sociales alternativos. En “El Estado está de vuelta: desigualdad, diversidad y democracia”. Editor Victor Vich. Instituto de Estudios Peruanos, 2005. Lima, Perú. Capítulo II, Página 96. http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/peru/iep/estado/estado.pdf
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[3] Ítalo Calvino, “Las Ciudades Invisibles”. Ediciones Siruela S.A. Madrid, España 2010.
Sobre el autor
Aldo Facho Dede
Arquitecto-Urbanista por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI-FAUA). Magister en Desarrollo Sustentable (UNLA- FLACAM, Argentina). Estudios de Doctorado en Arquitectura (ETSAB-UPC, España). Ha participado en proyectos y consultorías en Perú, Argentina, España, México y Brasil. Está asociado a FD Arquitectos, es fundador de la Red Latinoamericana de Urbanistas (www.urbanistas.lat), y editor del blog HABITAR (www.habitar-arq.blogspot.com).